El Chueco Di Giacomo y Pepe Delgado, historias paralelas de dos jugadores extraordinarios

Los dos nacieron en la cantera del Club Atlético Jorge Newbery, jugaron en las divisiones inferiores y juntos se fueron a probar suerte a Gimnasia y Esgrima de La Plata. El Chueco jugaba de 9 y Pepe de 5, en su momento fueron nota de Chispa, luego el futuro los separaría en sus carreras profesionales. Alfredo Di Giacomo llegó a jugar en la primera división del lobo platense, le convirtió goles a River, a Boca, a San Lorenzo, tuvo un gran momento, pero la suerte del destino lo llevó a jugar a Estudiantes de Río Cuarto, Deportivo Roca e Independiente de Neuquén, terminando su carrera en nuestra ciudad con el club que lo vio nacer, Jorge Newbery saliendo bi campeón en 1983 y 1984. En cambio Néstor Oscar Delgado, también llegó a jugar en primera muy poquito tiempo, pero tuvo su paso por el fútbol internacional jugando para Stormers de Bolivia; regresó para jugar en Argentino campeón de 1981, también lo hizo en Roberto Cano, para retirarse en el club de sus amores, El Huracán  

 

6ª División de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Pepe Delgado, el penúltimo de la parte superior derecha y el Chueco Digiácomo, el último en la fila de abajo. En 2015, 40 años después se volvieron a reencontrar

 

Néstor Oscar Delgado. “El fútbol es la vida y la muerte; cuando se juega, es vida, y cuando ya no competís más, es como algo se muere dentro tuyo”

 

Datos personales. Néstor Oscar Delgado, «Pepe», nació en abril de 1957, hijo de Néstor Oscar Delgado (se llama igual que su padre) y de Angela María Savio. Tiene dos hermanas, Susana y Nélida, y otra ya fallecida, María Luján. Está casado con Alicia Susana Vallejos y tiene tres hijos: Rebeca, Gimena y Matías. También tiene cinco nietos: Paloma, Benjamín, Dante, Pedro y Fran.

 

 

¿Cómo vivió su infancia?

«Mi infancia, como siempre lo dije, transcurrió en el barrio de las Aguas Corrientes. Más precisamente, en el baldío, que fue la mejor escuela para aprender todas las picardías sanas del fútbol; esas picardías que no te puede enseñar ningún profesor. De chico jugaba siempre con los grandes, como se estilaba en los baldíos. Hice la primaria en la escuela 8 y después me recibí de técnico electromecánico en la segunda promoción de la Escuela Técnica. Toda esa carrera la hice con el "Chueco", desde primer grado hasta que nos recibimos; una vida, prácticamente, juntos. A los once años me fui a probar a El Huracán, el club de mis amores, porque quería jugar ahí, en las inferiores. Me volví muy decepcionado, porque Martinito me dijo que ya tenía todos los jugadores y no me podía probar».

 

¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol, y qué recuerdo tenés de las divisiones inferiores?

“Como te dije, yo quería jugar en El Huracán pero no pudo ser; entonces me fui a Newbery. Jugaba de 6, y el técnico era el Chilo Parisi, el padre de Orlando. Pero no recuerdo mucho; salimos campeones, dos años seguidos en sexta, también en quinta, y creo que jugué algún partido en primera. Pero enseguida nos fuimos a Gimnasia con el Chueco, y con edad de quinta, Teodoro Keller me puso en primera en el parque, contra Huracán. No recuerdo haber jugado mucho en quinta”.

 

¿Cómo llegaste a Gimnasia y Esgrima de La Plata?

“Había uno que le decían el Perro García, tenía parientes en Rojas, y nos llevó a Gimnasia, al Chueco Di Giacomo y a mí. Vamos a la sexta división, teníamos de técnico a don Aníbal Díaz, y vivíamos en las pensiones. También en la cancha; ahí jugué en sexta y quinta, y siempre de 5. El Chueco jugaba de 9; pero después vino el tema de que a mí no me gustaba estar encerrado, entonces, cuando tuve edad para cuarta, cuando Novarini (que me quería muchísimo) dejó de ser el técnico, yo me venía. Estábamos en Estancia Chica haciendo pretemporada, y yo me escapaba porque no me gustaba estar en el encierro; no me gustaba nada estar encerrado, y no se lo recomiendo a los pibes porque no es lo mejor para nadie; entonces me venía. En ese tiempo estábamos trabajando tres veces al día con Miguel Ignomiriello; me venía, y Julio Novarini me venía a buscar a Rojas. Me llevaba, y yo me volvía enseguida. Pero Julio agarra la primera división y me lleva a entrenar con él; en la cuarta quedó José Santiago. A mí me gusta el fútbol para divertirme, y así jugaba; entonces Santiago no me tenía en los planes y seguí entrenando con la primera. Incluso el Gallego Ross, que había jugado en San Lorenzo y era el tesorero de Gimnasia (muchos no lo saben), tenía la representación de los televisores Serie Dorada y me consiguió una beca y un departamento en 49 y 13, a una cuadra de la plaza Moreno, de la catedral, en La Plata”.

 

¿Cómo siguió todo, y cuándo debutaste en Primera División?

“A la división mía, la cuarta, no la vi nunca más. Me pasaba a buscar Juanchi Taverna, lo pasábamos a buscar al Cordobés, a Tutino, entrenábamos y así hice mi debut, no por los puntos pero sí en la primera, un domingo a la mañana con Altos Hornos Zapla. Otro día, nocturno en la cancha de Gimnasia, contra Chaco For Ever. Después Novarini siguió con la primera, Gimnasia no andaba bien, una noche que jugó con Independiente en Avellaneda perdió 4 a 1. El domingo jugábamos otra vez, y yo iba a jugar de 5 por Avelino Verón; pero le pidieron la renuncia a Julio, por malos resultados, y entonces me volví a Rojas, a Newbery por seis meses. Ahí ganamos el Preparación, en el 77, teníamos un equipazo. Pero a fin de año tenía que volver, y Gimnasia tenía la obligación de hacerme contrato por dos años, ya que me había dado a préstamo siendo aún no profesional y menor. Ahí nos equivocamos; Novarini me consigue un equipo en Bolivia, me lleva un representante que a la vez era director técnico, Juan Nazareno Rizzo, y me voy a Stormers de Sucre con Oscar Sand, otro jugador de Gimnasia. Arreglo en Sucre, juego casi un año ahí, y después me voy a Independiente Unificado de Potosí, siempre con Rizzo, alguien que se portó muy mal con todos nosotros. En esa época no teníamos representante, nadie que nos guiaba, y él manejó toda la plata. Yo me podría haber ido a Chile, a Coquimbo, a Palestino, pero no tenía ganas por lo que me había pasado con este señor. Ese año, el 78, me volví. En el 79 no jugué, porque el pase era complicado para traerlo, había que pagar, no se sabía si iba a venir, un montón de problemas. En Stormers habían pagado bien al principio, pero después no cobramos más”.

 

 

¿Cuándo regresaste al fútbol de Rojas, los clubes dónde jugaste y los campeonatos logrados?

“Vengo a Argentino, en el 80. Ganamos el Preparación y salió campeón El Huracán. En el 81 salimos campeones con Argentino, el único campeonato que gané. En el 83 estuve en los Diablos Rojos, la liga de Arenales, porque en el 82 tuve una lesión en las cervicales, en cancha de Juventud, una final contra Carabelas. Estuve ese año operado, y en el 83 no estaba todavía apto, aunque me fui igual a la liga de Arenales. Después jugué hasta el 87 en Argentino; en el 88 jugué en Cano, y en el 89 por primera vez me puedo dar el gusto de jugar en el Globo y retirarme en mi club”.

 

 

La Selección de Rojas ocupa un lugar especial en tu corazón; ¿qué recuerdos te trae a la memoria?

“Claro que es algo especial, porque no sólo en el fútbol, todo deportista anhela llegar a ser seleccionado. Para mí era un orgullo enorme; uno iba los domingos, y era de bote a bote la cancha, totalmente llena. La selección me trae un montón de recuerdos, todos gratos. Es una cosa hermosa, lo más lindo es ponerse la camiseta de la selección, aunque sea a nivel local”.

 

¿Qué jugadores, o qué jugador te quedó en la retina, de tu época?

“Qué jugadores había, por favor... un millón podría nombrar. Coto Antón, Manano Papasidero, Polaco Alvarado, Chocho Barreiro, el Tula Speroni en el arco, jugadores con los que compartí en el baldío. Era otra época, todos los equipos jugaban bien, y por eso había tanta gente en la cancha. Y los que venían de afuera, ni hablar; Pelusa Martegani, Cánepa, el Negro Santillán, Rulo Giustozzi (todos estos en Argentino), Unión trajo un año a la Liebre Corona, el Tano Casiatto, unos jugadores impresionantes; y no me quiero olvidar de los de acá, como por ejemplo Lito Barreiro, que estuvo entre los mejores de Rojas”.

 

¿Qué te dejó el fútbol en la vida?

“El fútbol es la vida y la muerte; cuando se juega, es vida, y cuando ya no competís más, es como que algo se muere dentro tuyo. Para los que nacimos en un potrero, el fútbol es todo. No tengo ninguna ingrata del fútbol; todos fueron momentos felices, los baldíos, el reducido, todo. Es el único deporte que practiqué, y fue lo mejor que me pasó en la vida, más allá de la familia, por supuesto”.

 

En Stormers de Bolivia. Estadio Olímpico de la Paz, 25 de mayo de 1978, Stormers 3 – Municipal 1. Ariiba: Romero, Saucedo, Herrera, Barnux, Ortega, y Vargas. Hincados: Soto, Olivares, Vico, Flores, Camargo y Delgado

 

Argentino campeón 1981. Jué, Torres, Barret, Vilar, Daletto, Silva, Speroni, Bartolelli, Airoldi, Rojas, Rosanigo, Bolognese, Zalocco, Mastronardi, Delgado y Alvarado